Biografía de Ramon Llull  

 

Revisión del Arte


Es indudable que, en conjunto, la estancia en París fue para Ramon Llull una experiencia dolorosa: el Arte no era comprendido ni aceptado. Consecuentemnte, todas las iniciativas a favor de la misión, que para Llull formaban un todo con la aceptación y el uso del Arte, estaban condenadas al fracaso. Podía pensarse que las personas responsables no estaban moralmente dispuestas para asumir estos compromisos, pero en estos momentos, en la conciencia del convertido que Llull era, la duda se vuelve contra uno mismo. Llull duda de su capacidad y del valor de su entrega. Se insinua, sin duda, la grave crisis autodestructiva que padecerá tres años después.

De momento la reacción de Llull es creativa. Aproximándose ya a los sesenta años de edad, va a responder a las dificultades emprendiendo una revisión muy profunda del Arte. Lo resume cabalmente la Vida : “Habiendo leido en París aquel comentario, y visto el proceder del mundo académico (viso modo scholarium), regresó a Montpellier. Aquí redactó de nuevo y expuso el mismo libro, llamándolo Ars inventiva veritatis . En este libro, y en los restantes que a partir de entonces escribió, introdujo sólo cuatro figuras, podando o, por así decir, disimulando doce de las dieciséis figuras de que constaba antes su Arte, habida cuenta la fragilidad del entendimiento humano de la que hubo evidencia en París. Y una vez concluido todo este trabajo en Montpellier, se puso de camino y llegó a Génova. Haciendo un breve alto en esta ciudad, tradujo al árabe aquel libro, es decir el Ars inventiva [i] .
 
Ramon llull retornó a Montpellier posiblemente el verano de 1289. Tal vez sólo de paso para asistir al capítulo general de los franciscanos, que se celebró en Rieti. En cualquier caso, trabajaría en Montpellier durante el invierno de 1289 y hasta el otoño de 1290. Son los meses en que redacta no sólo la extensa y decisiva Ars inventiva veritatis , sino también la importante Art amativa .

Si la primera obra es el intento de salir al encuentro de las dificultades de comprensión que presentaba el complicado mecanismo del Arte, el Art amativa da cuenta de otra constatación por parte de Llull, y de la cual irá adquiriendo cada vez mayor consciencia. Para Llull la reacción de rechazo encontrada en París se debe también a la falta de convencimiento religioso, a la orientación unilateral hacia un intelectualismo falto de verdadera convicción religiosa, falto de amor. Ciencia y “amancia” deben ser procuradas con el mismo empeño y deben cultivarse por unos mismos procedimientos. Desde su origen, en el Llibre de contemplació , el sistema de Ramon Llull quiere construir esta unidad en el creyente, convencido de que el primer mandamiento de la ley divina ordena amar a Dios con todo el entendimiento y con todo el corazón. Tampoco puede olvidar que todo esto se halla al servicio de la misión. Junto a la advertencia de la necesidad de recurrir a “algunas palabras extrañas”, formula su propósito de traducir la obra al árabe. Pensando incluso en sus lectores musulmanes, como también en judíos, cismáticos o paganos, advierte que no va a tratar explícitamente del misterio de la Trinidad ni de la Encarnación. Después, pasadas las primeras partes expositivas del mecanismo del Arte, la obra se llena toda de la presencia del amigo y del amado, con páginas no inferiores en emoción a las del Llibre d'amic e amat .

Durante los meses que Ramon Llull permaneció en Montpellier, se siguieron una serie de acontecimientos que le involucraron de alguna manera. El primero y más significativo fue la elección de Ramon Gaufredi como ministro general de la orden franciscana, en mayo de 1289. La elección tuvo en si misma una relevancia particular para la historia de la orden. Eran momentos en que la corriente de los espirituales estaba alcanzando una mayor expansión. En este contexto Gaufredi tuvo que ocuparse de inmediato de los casos de Pedro Juan Olivi, con el cual pocos años antes se había llegado a un frágil compromiso, y de Angelo Clareno, recluido con sus compañeros en el momento de la elección de Gaufredi. Para la solución del caso de Clareno, Gaufredi contó con el auxilio providencial de una petición del rey de Armenia Hetum II, para que mandara a aquellas tierras un grupo de franciscanos. Clareno y algunos de sus compañeros se dirigieron a Asia Menor, donde permanecieron muy pocos años.

La presencia latina en Oriente, por otra parte, era un tema candente en aquellos meses. En abril de 1289 había caido en manos egipcias la ciudad de Trípoli, en Siria, dejando a los latinos encerrados en Acre. Sin que la reacción despertada en Occidente fuera muy profunda, con todo hubo una serie de iniciativas y diversos grupos de cruzados zarparon al auxilio de los latinos de Palestina. Una muestra de las contradicciones que minaban estas empresas, la entrevemos en el hecho que, el mes de diciembre del mismo año, Alberto Spinola, al frente de una legación genovesa, se halla en El Cairo tratando de conseguir un tratado comercial ventajoso. No era, por cierto, el único en tales intentos. Finalmente Acre fue abatido en mayo de 1291, y se puso fin a la presencia latina en Palestina.

Estos dos hechos influyeron en los proyectos de Ramon Llull, el segundo de un modo más evidente.

En efecto, el 26 de octubre de 1290, Ramon Gaufredi entregó a Llull una carta de recomendación. En ella el general franciscano elogiaba la persona y la enseñanza de Ramon Llull, y pedía a los ministros de las provincias de Apulia, Génova y Siria que le acogieran en sus conventos y le permitieran explicar el Arte.

El segundo hecho, la situación desastrosa de los territorios sirios ocupados por los cristianos, fue posiblemente la razón que llevó a Ramon Llull a Roma. Una vez en la corte romana, redactó un Tratado de la manera de convertir a los infieles que, precedido de una carta de súplica conocida como De qué modo puede ser recuperada Tierra Santa , debía ser presentada a Nicolás IV. Se trata de la primera vez en que Llull expone de forma sistemática su idea de la misión y la une con la estrategia de la cruzada.

[i] VC 19 (ROL VIII, p. 283s).